
Qué curioso, esta tarde, paseando por Santiago con mi hijo, dos jóvenes tocaban en la calle para que les echasen monedas, uno de ellos se dirigió hacia mi y me pidió sólo una sonrisa. Como no podía ser de otra manera me eché a reir y me dijo que no quería más, que con eso le bastaba.
Mi hijo me miró asombrado y continuamos riendo.
(me habrán leído el título del blog en la frente?)
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